Como continuación al post de la semana pasada, en el que repasábamos los motivos por los que los subasteros éramos necesarios para la buena marcha de la economía y saliendo al paso de aquellos que aún nos juzgan con ideas preconcebidas, hoy quiero desarrollar un decálogo de buenas prácticas que nos reconcilie con la opinión que la sociedad tiene de la figura del subastero.

1- El subastero es un guerrillero de las subastas judiciales
No dependo de terceros, soy mi propio jefe y tomo mis propias decisiones. Hago lo que me gusta y disfruto la vida sin pensar en la jubilación. No quiero que mi negocio crezca, soy un artesano con la producción muy limitada. Llego donde llego y ni un milímetro más. Prefiero colaborar con otros profesionales que contratar empleados. No quiero empleados, que me restarían libertad. Elijo a mis clientes y no acepto ni clientes tóxicos ni clientes mal educados, ni aquellos que solo buscan el chollo ni a los que se les va la fuerza por la boca.
Y sobre todo, no quiero ayudas del gobierno, solo que se olvide de mi.
2- El subastero estudia a fondo todas las subastas en las que participa
Primero estudiaré minuciosamente el expediente judicial para averiguar las cargas registrales que pesan sobre la vivienda subastada y detectar cualquier peligro potencial, especialmente las trampas que suelen encerrar algunas subastas. Lo tendré en cuenta todo, desde la productividad (o falta de ella) del juzgado en cuestión hasta la conflictividad judicial de los demandados.
En segundo lugar investigaré la situación posesoria del inmueble subastado.
Finalmente, lo valoraré correctamente, sin dejarme engañar por los cantos de sirena del «siemprealcismo».
3- El subastero se mantendrá alejado de complicaciones
De la misma manera que Warren Buffett explica que gran parte de su éxito al invertir se debe a la inactividad y al letargo que bordea la pereza, yo opino que en el negocio de las subastas judiciales la clave del éxito está en la prudencia, bordeando la cobardía.
Huiré de cualquier inversión que se pueda torcer.
O dicho de otra forma: KISS, «Keep It Simple, Stupid» (Copyright: Bill Gates)

4- El subastero será siempre transparente
Le informaré a mi cliente con transparencia sobre todo lo que tenga que ver con la subasta, sin ocultarle los peligros potenciales ni tampoco hinchar el valor real del inmueble para animarle a que puje más de lo razonable (y así asegurar los honorarios).
Informarle al cliente de todo lo que tenga que ver con la subasta no significa darle un curso acelerado de subastero. Los clientes no necesitan aprender el negocio, tan solo necesitan conocer los aspectos esenciales de los inmuebles en cuya subasta desean participar.
Así que mucho ojo con los falsos clientes cuya verdadera intención es aprender nuestro know-how
5- El subastero no se dejará engañar por el cliente
Si le he informado al cliente de la existencia de una subasta y le he dado las claves de la misma y el resultado es que le resulta interesante participar y pujar, lo único honesto por su parte es hacerlo con mi mediación y compañía.
Si por el contrario el cliente decide prescindir de mis servicios y participa en la subasta por su cuenta, esquivando pagar mis honorarios, me comprometo a cambiar de bando, ponerme al servicio del demandado (u ocupante de la casa) y asesorarle con toda mi capacidad y experiencia acumulada de más de 23 años, con el objetivo de que la subasta se suspenda o, al menos, de que el demandado permanezca en la vivienda el mayor tiempo posible.
Igualmente pondré a mi abogado a disposición de este objetivo y si es necesario le pagaré de mi propio bolsillo
6- La satisfacción del cliente será la guía del subastero
Y para conseguirla el mejor camino es entender desde el principio cuáles son sus necesidades y entonces poner el foco en satisfacerlas, olvidando y dejando completamente de lado el asunto de los honorarios.
Cuanto más ponga alguien el foco en el dinero, más le va a costar obtenerlo.
¿Significa esto que nos tenemos que olvidar del dinero? No, en absoluto, pero no debe ser el objetivo último, sino solo una consecuencia natural del trabajo bien hecho.
El objetivo principal y lo que va a ser la fuente de mi motivación es la satisfacción del cliente.
7- El subastero no trabaja gratis ni malbarata su trabajo
Mi motivación no va a ser el dinero, pero el único motivo para ofrecerle una inversión a otra persona en vez de realizarla yo mismo son los honorarios que le voy a cobrar sin necesidad de ver mermada mi liquidez.
Mis honorarios son los que son, el 6% sobre el precio de adjudicación con un mínimo de 6.000 euros. Cualquier intento de discutirlos solo puede acabar en un rechazo del cliente. En mi caso de por vida.
De hecho pronto los subiré.
8- El subastero trabaja sus propios clientes, sin aceptar intermediarios
Es habitual entre subasteros y agentes inmobiliarios compartir clientes y repartirse los honorarios.
Pero a mi eso no me va.
Tengo tantos aspirantes a cliente que ya hasta me salen por las orejas y apenas les puedo ofrecer el servicio personalizado y de calidad que a mi me gusta dar.
Siempre he atendido muy bien a mis clientes y por eso nunca he tenido problemas en conseguir más por lo que, sencillamente, no necesito compartir mis honorarios con alguien que simplemente se ha limitado a hacerle un favor a un amigo facilitándole mi contacto.
9- El subastero no pide ni acepta dinero por no pujar
Esta no solo es una práctica ilegal sino que además es una canallada contra el demandado, quien tiene derecho a obtener el máximo precio por su inmueble.
Una cosa es ser un moroso y que el juez sentencie la venta judicial forzosa de tus propiedades para satisfacer los créditos impagados y otra cosa muy distinta es que, además, se subasten a precios alterados por la falta de concurrencia de postores.
Para que haya un precio justo debe haber competencia.
Otra cosa es que en realidad los precios de adjudicación puedan ser irrisorios por culpa de la falta de transparencia que imponen ciertos jueces del Lado Oscuro, pero eso es problema de esos jueces y de su incompetente forma de llevar a delante sus asuntos judiciales.
Los subasteros somos la solución a eso, NO debemos formar parte del problema.
Aunque también sea cierto que muchos demandados tras la subasta se comportan como verdaderos canallas.
No importa, el canalla solo puede comportarse como lo que es.
Pero mientras el demandado se comporte correctamente yo le daré siempre el trato más correcto y procuraré ayudarle y asesorarle en todo lo que pueda.
Siempre procuraré que mi labor como subastero no perjudique a terceras personas.
10- El subastero aplica a las subastas judiciales el Principio de Pareto
El Principio de Pareto dice que el 20% del esfuerzo genera el 80% de los resultados.
Aplicarlo a las subastas quiere decir que este es un negocio para vivir muy bien, que a ratos puede ser muy divertido, que apenas se percibe como un trabajo, con largos periodos de vacaciones y muchas mini vacaciones intercaladas y que para que esto siga siendo así solo hace falta sentirse satisfecho con el 80% de la potencialidad del negocio.
Pelear y esforzarse por conseguir el restante 20% puede hacer que la cosa cambie y que deje de ser divertida.
Y no me da la gana.
11- El subastero Seguirá formándose toda su vida
No me quedaré anclado en el 73 como un ciprés.
Y lo cierto es que en mi caso, publicando dos blogs punteros sobre subastas judiciales, aunque quisiera estancarme no podría. La presión por estar siempre al día me va a mantener siempre fresco como una lechuga recién arrancada de la tierra.
Y también tengo estos otros principios que prometo atender…
Viviré de las subastas de forma digna, sin vender mi alma al diablo, No permitiré que el negocio acabe con mi familia, daré la cara cuando me equivoque, no olvidaré mi lado humano ni esconderé mis defectos, aunque cuidaré siempre de mi reputación, seré siempre transparente y demostraré lo que valgo con actos más que con palabras.
Y para formarse como inversor en subastas judiciales no hay nada mejor que TOPsubastas, el súper curso de subastas de Tristán el Subastero.
Y un favor que te pido.
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